Había una vez un pez merodeador que quería dejar un poco de lado el merodeo,
pero...¿y qué iba a hacer un pez merodeador sino merodear? Merodear en su rutina de forma que nunca sea rutina, lo cual no es una excusa aceptable para justificar su acusada falta de rutina. Merodear sus relaciones sociales de forma que no lleguen a ser tan íntimas como para enraizarse en el hábitat actual de la que debería ser su rutina. Merodear también los temas importantes que afectan a sus cercanos, haciéndose el erudito en temas tan simples que hasta un choto podría explicar. Es tan merodeador que hay veces que hasta merodea más de la cuenta inventando problemas inexistentes, sentimientos irreales o emociones falsas. Es tan merodeador que a veces sueña que vive en un (eco)sistema mejor, cuando posiblemente sea el pez merodeador con más dicha del lugar.
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