La bruixola
Los nardos, los (pre)juicios del conocerse, la euforia, la creatividad, la primavera anticipada, la no cuesta de enero... hacen que el pollo ande suelto sin cabeza.
Tiempos revueltos pero a la vez exsaltados, de verte en el espejo, el exterior y el interior y verte más mujer en el inmenso significar de la de la palabra mujer. Qué bonita palabra y qué inmenso género.
Corro a comerme el crunchy antes de que la leche los ponga blandos y sin gracia. Demasiado tarde, demoledor efecto el de la leche, o el del absorver del crunchy claro, nunca se sabe qué fue antes si el huevo o la gallina.
La mujer...Quizá el continuo maltrato hacia nuestro género devenga del poderío que emana de nuestra figura. Quizá el miedo lo han tenido ellos hacia nosotras y la forma de controlar nuestro fulgor ha sido machacándonos a lo largo del tiempo.
Ayer lo hablábamos... cómo ha vuelto a salir a la palestra la lucha por nuestros derechos, por la igualdad, por nuestra libertad, a la que desde los prismáticos de ayer noche se la veía muy muy lejana...no la mía en concreto, sino la de nuestro género en general. Hay que aprovechar cualquier momento para hacer visible esta lucha, no puede ser que por más tiempo algunos se sientan con el derecho de manejarnos, oprimirnos y humillarnos para así resarcirse de su desgraciada existencia. Somos un objeto valioso con el que jugar en sus continuas, pueriles y asquerosas batallitas de religiones, de politicuchas, de machotitos...de insignificantes y vacuos intereses suyos, nimios de valores reales. Estas luchas actuales entre los poderosos parecen de ciencia ficción, batallitas de niñatos... y se sienten tan absurdas pero tan graves sus consecuencias...
Lo dicho. Pero yo tengo en estos instantes un objetivo y éste comienza por ir erradicando de mi entorno y mis vivencias locales el desprecio a la mujer simplemente para sentirse ellos a nuestra altura. Sólo nos respetan los hombres y mujeres que nos saben ver y admirar por lo que somos, un género lleno de grandezas y como diría una de las mujeres de mi entorno, un género de "tronío". Cuando algún tío me diga ,aunque sea, "hola" con esa cara de que le hace mucha gracia invadir mi paso por la vida con ese hola que le hace sentirse por encima de mí, se va a llevar una buena respuesta que lo ponga en su sitio, ya no me callo. Porque es un hola envenenado, no es un hola de vecinos, de personas de un pueblo que tienen por costumbre saludar a su paso a sus congéneres sean conocidos o no, es un hola que busca la humillación, que busca apropiarse de ti, dejar claro que es él el que tiene derechos sobre ti, no tú sobre él. Y pienso ir más valiente por la vida e ir haciendo desaparecer esos miedos que me hacen ir insegura por la noche cuando salgo o vuelvo sola. Porque esos miedos los hace a ellos más fuertes.
Este cóctel de invierno y primavera en un uno de febrero está trayendo frutos tan preciosos como la valentía, de ser, de vivir. Y la luna a todo esto, observa pero pasa, harta de tanto extraño comportamiento humano. No le interesa.
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