Despegando

En el abrazo me despido de ti, huérfana del amor que nos hemos dedicado. La vida, qué parca, qué estricta, qué rígida, en admitir opciones diferentes. La tuya y la mía, esa opción, se la va a tragar la tierra. Con ella, tus caricias. 

Tus besos, ya tan lejanos, se difuminan en mi memoria. Maldita memoria de hojalata. Ojalá poder atesorar eternamente en el recuerdo tu boca y nuestros besos de este julio (porque yo tampoco quiero olvidar nunca tu boca). 

Tus pecas y esa mirada profunda, achocolatada, tan de morena guapa, inteligente y noble, no volverán a estar a la luz de una noche de verano, fulgurosas, para mis ojos. Unos ojos que te admiran, se enternecen y se regocijan en la complicidad que hemos saboreado, aunque haya sido tan efímera.

Te extraño, te extrañaré, mi morena granaína, de voz grave y carácter tan tuyo, tan genuina dentro de la sencillez. Tan despampanante dentro de la normalidad. Que me deslumbra tanto. 

Qué penita siento de no poder seguir descubriendo desde donde estábamos. 

Trago fuerte y esta vez no es de deseo, me aprieta la garganta. 

"Te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañera del alma, compañera..."

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