de nada
Un beso en el hombro, mientras mirabas el colapso cívico apoyada en el quicio de la ventana del bar de puertas moradas. Mientras, sonaba la música de la jukebox. Me pediste que echara otra moneda para seguir tu abstracción nocturna al otro lado del río.
La caña en una mano y otra mano mía en tu cintura, con mis dedos jugando a hundirse en tu piel. Mi cabeza seguía apoyada en tu hombro, la boca rozando el huequito de tu clavícula y mi mirada sin enlazar con la tuya. Lo empírico detenía mis ganas de sublevarme contra tu mutismo, sabía que sería peor el remedio que la enfermedad. Sólo era otro momento más de cultivo de lo bohemio en tu persona, esa búsqueda insaciable de ser distinta cuando lo más bello era cuando te reías a carcajadas como el resto.
El camarero se acercó, nos miró, de esa forma con que nos miran desde que empezamos a cogernos de la mano al andar. Insólitamente pidió permiso y sopló la vela. Iban a cerrar el bar y milagrosamente, el olor que tanto me gusta y que tanto detestas, el de la vela recién apagada, te despertó de la ensoñación divina que te había atrapado durante las cinco o seis últimas canciones, cuando tus pupilas se marcharon a la par que se marchaban los últimos armónicos de chicago de Stevens.
Quitaste mi mano de tu cintura, la cogiste acariciándola agónicamente, te diste la vuelta, volviste a coger mi mano para besarla, me miraste y me diste las gracias.
http://www.youtube.com/watch?v=94RgnX9rlNY&feature=player_embedded
2 Comments:
cuanto tiempo sin pasar por aquí...ejem ejem!!
todo correcto señora de la camisetaaaaaaaaataaaaaaaa!!
yo también te mando un "hola" desde mi pequeño rincón.
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