El maravilloso mundo de Zambombi

Wednesday, October 06, 2010

"Marilyn Monroe era una mujer triste,algo que..."



Tengo una nueva cicatriz en mi mano. Creo que mi mano será una de esas manos con manchas que hablan por sí solas cuando alcanzas una edad ya avanzada. A mí me encantan esas manchitas, me encantaba vérselas a mi abuelo y ahora me encanta empezar a vérselas a mi madre. A más de una persona, o quizá no más de una, no sé, le he explicado alguna vez lo que me gusta tener una herida en la mano, chica, diminuta, o una rajita de esas que provoca alguna hoja asesina cuando menos te lo esperas. Además de ciertas cicatrices, tengo una manchita minúscula debajo de los nudillos, siguiendo la línea del dedo corazón, en la mano derecha (acabo de dudar de cuál es la mano derecha y la izquierda). Esta manchita no es de nacimiento, porque no recuerdo haberla admirado como he hecho con otras señales de nacimiento que tengo por el cuerpo. No sé en qué momento exacto salió, pero ahí está, al lado de la nueva cicatriz, y me encanta, le da color a la mano, un toque característico. A lo lejos suena el reloj de la cocina. No sé cómo no le he quitado aún las pilas a ese círculo asesino del tiempo. No entiendo cómo a la gente no le molesta ese maquiavélico no parar de contar tic-tacs.Pero bueno, por no entender, entiendo tan pocas cosas. Pero hay una que hoy me tiene con la mente intranquila. Tiene que ver con la incertidumbre, con la impaciencia, con el experimentar, con el reencuentro, con el recuerdo, con la novedad, todo eso mezclado y vaciado en un tarro de sentimientos. Y al ir cucharada a cucharada no hago más que meterme poco a poco en el umbral del miedo, cuando hacía tiempo que no asomaba por ese rincón autista de mi personalidad.
Leer el reportaje de Marylin del domingo en el páís semanal,la verdad, no me ha hecho ningún bien.

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