atardecer del 2 de mayo
Qué suerte ver este atardecer con todos los tonos de rosa, naranja y morado que se van transformando entre las nubes y van descendiendo hasta desaparecer detrás de los edificios de la ciudad. Qué suerte mirar entonces, cuando ya está oscureciendo, hacia un ángulo que no había contemplado aún, levantando la cabeza y encontrar la luna, cómplice, percatándose de la dicha de vivir este momento de calma.Qué suerte que tus ojos me atrapen. Qué suerte reconocer en la temperatura,los sonidos y sensaciones tantos veranos vividos, que no son tantos, pero ya gravitan. Qué suerte deleitarse con los diferentes tipos de triángulos que dibujan tres gaviotas en su paseo compartido. Qué suerte sentir el lamento o la carcajada de una de ellas porque las nubes se han quedado grises, pero aún queda azul del cielo y la inspiración también se queda un ratito más.Qué suerte removerme al mirar la luna como tantas noches de verano anhelantes de pasiones, fantaseando amores, enredándome en mis musas, pesando en una balanza el presente y la ilusión, desequilibrando el terreno pero haciéndome sentir viva, viva de querer, de cuidar,compartir,saborear,tocar. Qué suerte sentir fresquito al anochecer y que con una rebequita baste. Qué suerte encontrarme de vez en cuando con sus sonrisas,la de sus ojos y la de su boca y valorar su buena compañía. Qué suerte de este momento extraordinario, que me hace reconectar con sensaciones, evocaciones y capas profundas que me habitan y que hacía tiempo que no reconocía. Qué suerte extrañar la casa, la familia y que esta ausencia no sea tan angustiosa porque tienes donde volver cuando todo pase. Qué suerte encontrar nuevos amores y percibir desde los primeros momentos el deseo de vivirlos. Regocijo.
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