Se aleja el típico anticiclón de invierno
La luz tenue de los relámpagos, se arroja sobre esta cavidad de fortificación sólida que construí para albergarte. Por un tiempo la muralla ha sido muy funcional, ni tenía la tentación de saltar el hormigón, vivía sin expectativas de un futuro mejor fuera de la cueva, no necesitaba más. Desde hace unas horas (probablemente mienta, o eso dicen) veo la iluminación que le da a la cueva los focos naturales de la tormenta, que probablemente sea la misma que antes de construir el refugio, y tengo una sensación nueva, profunda, una alegría más intensa y un principio de misterio algo angustioso. Ahora cierro el libro, miro la portada, veo el nombre de la autora que habla de esos extremos como las bases de algo más, dejo el libro en la mesita, miro al techo, pienso en la poca lógica que me queda, otro aspecto más de esas bases tan bien arraigadas y aceptadas por la sociedad (como el mayor de los dogmas). Paso la mano por mi cuello e inmediatamente siento que no es mi mano la que me acaricia, no habiendo nadie más que yo en esta habitación, me toco los labios y me viene un olor que ni siquiera ha estado aún en esta casa, me muevo en la cama como acoplándome a alguien, sigo estando yo sola. Veo el muro, sus requiebros a causa de la tormenta de hoy, la más violenta desde hace ya unos meses y creo que tendré que tomar una decisión en algún momento, no corre prisa, aguanta todavía, pero o un refuerzo o un tiro, así de extremista, de siempre, eso nunca cambia en realidad.
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