El efervescer de la musa
Mi cadera intentando bailar bajo la tuya al ritmo de tuz voz cantando bajito. Tu risa entrando en mi boca y resbalándose por las comisuras. Te mueves y te mueves sin abandonarme en ningún momento, con naturalidad, sin ceder el pulso a la quietud o a la formalidad. Las tontás me revolotean el aura dándole formas picassianas a la burbuja en la que estamos metidas. Aquí dentro no hay densidad, es un clima tibio que refresca las sábanas y los cuerpos y cuando te toco mis palmas y mis dedos calientes encuentran alivio en tu piel y amaso el cuerpo que me encuentro, pero con el gusto de cuando ya está dada la forma y sólo queda el gozar de la textura resultante entre las manos. Con ligereza me rondas y yo sigo tu rastro a tu paso por cada ángulo por el que apareces. Tu mano entra dentro de mi pantalón y el efecto térmico es el de un baño caliente cuando fuera no hace ni frío ni calor. Nuestros alientos se persiguen y se encuentran y puedo lamer tus labios frescos y que nuestras lenguas se deleiten ingrávidas la una con la otra mientras acerco tu cadera hacia mí y noto cómo tu pecho penetra mi barrera de energía limpia y decididamente. Todo es leve y no pensante, gustoso y no juicioso...y poco a poco las imágenes se difuminan en mi mente y se cuelan por una alcantarilla vaporosa por donde se esfuma la nebulosa de la fantasía.
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