El realismo aplicado a la musa para su descenso
Cuando estemos en frente la una de la otra contándonos y contándonos, observándonos, reconociéndonos entre las nubes bajas que han dejado la virtualidad, dentro de esa neblina, no sé como sostendré tanta idealización. Supongo que reconoceré lo que ya sabía antes de la era pantalla y bajarás lentamente los centímetros que sobrevolabas hasta chocar con la burbuja y deformarla. Espero que el golpe sea amortiguado por el resquicio de sospecha que escondido ha estado este tiempo sin decir ni mu y que en ese momento venga a salvarme y muestre una pizca al menos de comprensión, o compasión. Espero que no se haya cansado de topar una y otra vez con las mismas historias y se sienta al menos orgulloso de lo positivo que emana de ellas a pesar del riesgo que acarrean siempre.
Cuando estemos frente a frente y reconozcamos el cariño, se evaporará en el mío el deseo y vendrá lo que ha de quedar, lo que desde la otra manzana venía endulzando ya esta amistad.
Si como mucho por mi mano corre densa la sangre caliente, quizá toque la tuya y pueda confesarte con mi tacto todo el amor que no es real ahora pero que ha sido precioso cuando lo ha pretendido e incluso se ha puesto chulo. Y ojalá aguantar la mirada para sellar este vínculo y que lo sentido valga la pena que deja lo resoñado, para seguir cuidándonos ahora que todo ha descendido y que nos reconforte la nueva normalidad.
Que la quietud no apague las ganas de mantenernos en las vidas. Que las miradas bajas de energía puedan recargarse con un reír las gracias a tiempo. Que sepamos interesarnos por las historias de cada una ahora que las alas se han vuelto brazos. Y que cuando me quede en el abrazo más del tiempo estipulado, sepas reconocer que estoy curando el duelo y dejes limpiar mis vísceras hasta la próxima, que espero reconocerla y vivirla pero no mullir toda la carne y la sangre roja en ella, porque empiezo a sentir que algo se muere en el alma por cada musa caída.
Cuando estemos frente a frente y reconozcamos el cariño, se evaporará en el mío el deseo y vendrá lo que ha de quedar, lo que desde la otra manzana venía endulzando ya esta amistad.
Si como mucho por mi mano corre densa la sangre caliente, quizá toque la tuya y pueda confesarte con mi tacto todo el amor que no es real ahora pero que ha sido precioso cuando lo ha pretendido e incluso se ha puesto chulo. Y ojalá aguantar la mirada para sellar este vínculo y que lo sentido valga la pena que deja lo resoñado, para seguir cuidándonos ahora que todo ha descendido y que nos reconforte la nueva normalidad.
Que la quietud no apague las ganas de mantenernos en las vidas. Que las miradas bajas de energía puedan recargarse con un reír las gracias a tiempo. Que sepamos interesarnos por las historias de cada una ahora que las alas se han vuelto brazos. Y que cuando me quede en el abrazo más del tiempo estipulado, sepas reconocer que estoy curando el duelo y dejes limpiar mis vísceras hasta la próxima, que espero reconocerla y vivirla pero no mullir toda la carne y la sangre roja en ella, porque empiezo a sentir que algo se muere en el alma por cada musa caída.
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