Esta es la historia de un barquito peninsular que llevaba muy poco en esto del "navegar".
Empezó hace ya meses por el Atlántico,queriéndolo cruzar hasta llegar a América, aunque también existía la posibilidad de quedarse en mitad de él hasta que llegara el catamarán (débil embarcación) que esperaba.Pronto ( o tarde,no soy muy consciente del paso del tiempo en este tramo de la aventura) se dio cuenta que quizá debería buscar mares más tranquilos para esto de navegar...o por lo menos, más alcanzables pues el Atlántico siempre da muchos problemas,y es que América está muy lejos y no se atreve a exportar todo lo que lleva dentro...
Tomada la decisión,dirigió su rumbo hacia el Cantábrico. Pensaba de este mar que era demasiado pequeño y "alcanzable",digamos que no era el tipo de aguas que él soñaba frecuentar, entonces decidió girar de nuevo el timón y bajar al Mediterráneo,pero no iba a serle fácil,tenía que rodear la península pasando por el Atlántico para llegar a él.El Atlántico lo tentaba una y otra vez por su paso,pero antes de recaer en sus encantos,pensó y desistió rápido de la idea de la surreralista aventura Americana.Siguió para adelante e hizo parada durante unos días en aguas de Gibraltar (esta vez Español...a).Poco a poco esta aguas le fueron conquistando hasta que una inmensa ola se llevó por delante parte de los víveres que se almacenaban en estribor,y el barco se dio cuenta que es que esas aguas aunque cercanas al Mediterráneo seguían siendo Atlánticas...
Marchó aprisa y corriendo un día tras pasarse la noche dudando de si seguir o no navegando. Lo que le hizo seguir adelante fue la potente luz de un faro procedente de Almería que le sorprendió en mitad de la noche...y era de tal calidad que casi embrujado el barco zarpó a primera hora de la mañana.Pasaron varias noches y no llegaba a su destino,aquella bahía mediterránea,y en cada una de esas noches la luz del faro lo llamaba insistentemente y lo acompañaba.El barco llegó a conocer muy bien los movimientos de aquel foco de luz.Empezó por sentir atracción por su brillantez,siguió por querer conocer sus orígenes...continuó por sentir especial cariño por él,y pasaron las noches y se daba cuenta de que el faro estaba ya muy en sus adentros,que realmente sentía algo especial por esa maravillooosa luz,algo nuevo y muy agradable.No se atrevía el barco todavía a decirlo,pues aún quedaban noches hasta llegar al final de su trayecto,la bahía del faro de Cabo de Gata,pero el barquito creía que eso que sentía...era amor.