Viruslandia

Sus amígdalas recubiertas en placas de color blanco aumentaban su tamaño a cada hora,los pinchazos en los oídos eran cada vez más insoportables,los tumbos que daba su cabeza la estaban dejando moribunda,el dolor de las piernas le debilitaba el paso y el camino de la cama al baño era sucesivamente a cada visita más largo.El tragar era un verdadero suplicio,con lo cual las ganas de comer eran nulas y aunque aborrecía los caldos tras dos días de completas dictaduras de sopas, no le quedaba otra.Mafalda no hubiera sobrevivido a tales acontecimientos.Los ojos se le caían constantemente debido al chute de pastillas diarias que ingería vía oral.Y un sin fin de síntomas que le impedían salir de su cama o del calor del brasero.Aunque tampoco se podía quejar,estaba descansando,tomándose unos obligados días de relax (que lo llaman ahora),algunos la envidiaban,incluso enfermera y a veces enfermeros particulares asistían frecuentemente a atenderla,pero la enferma sólo quería a estas alturas salir de casa…ansiaba la libertad por muchos privilegios que le diera a ratos la enfermedad.Sólo quería salir a la calle,ver la cara de la gente que no conoce y centrar la mirada en sus congeladas y rojas narices,sentir el frío que sus compañeros traían a casa de visita en visita y dejar de olerlo,pensar y divagar sobre la vida de los transeúntes,mirar los renovados escaparates de las tiendas de su barrio,incluso hacer una escapadita a la otra punta de la ciudad…sólo quería salir de su casa sin sentir que al pisar el suelo de la calle caería desplomada.