vÁrtigos
Después de haberte desnudado delante de toda la sala de espera, de habernos escondido en el servicio de un bar, y de decenas de cosas más que por ser sueños el paso del tiempo me hacen no recordar, puedo decir que las obsesiones siguen siendo parte de mí y que mi subconsciente les sigue dando una importancia digna de vÁrtigo (entiéndase vértigo). Al igual que puedo tirarme cinco meses escuchando una canción de Morente por el hecho de que siempre que la escucho me lleva a la cuesta del Chapiz camino del Sacromonte y me reconforta estar allí y pensar que hay alguien que está cuidando de mí.
Parte de mí también es buscar la perfección, sabiendo que ni yo la albergo, ni la albergaré, ni quiero albergarla porque ella misma da vÁrtigo y porque qué es para mí y qué es para ti la perfección, pues un sin fín de valores distintos en el que no nos pondremos de acuerdo posiblemente nunca. El camino profesional, lleno de vÁrtigos hasta ahora, ha sido buscar la perfección técnica y a pesar de saber que es un lastre, la llevo colgando de mis sienes todavía. Y a la vida emocional también me gusta buscarle las cosquillas de perfectas coincidencias en valores con las personas de mi vida cotidiana. Valores...vÁrtigos. Y a falta de encontrar los valores comunes que me han unido a estos cuatro años pues me dan vÁrtigos y me monto una vida paralela en sueños en las que en una sala de espera desnudo los valores físicos y me invento los vitales de algo nuevo que ni siquiera sé si se parece en algo a la realidad.
En fín, de cuando la fantasía rellena lo real. En esas estamos.
https://www.youtube.com/watch?v=MG74pY5PYHY