Joaquín, el abuelo

Nos conocimos cuando eras ya mayor y ahora que te vas no sé cuánto te he conocido porque ya habías vivido tanto cuando nací... Pero sé cuánto poso nos dejas. Alguien tan inspirador como para hacer que todos los que hayamos venido tras de ti nos pertenezcamos de esta manera.


Un trago de vino, el aperitivo previo de los Martínez, la chatarra y el darle uso a todo. La lectura de tus nietos. El incansable incesante y a veces desesperante amor a la abuela. Cómo te lanzabas a la piscina y te cambiabas el bañador con tanto pudor detrás de la barbacoa. Tus televisores, tus vídeos. Las chul.letas. Cómo limpiabas una sardina para mí y la otra también para mí y la otra y la otra, también para mí. La mirada tierna a los gritos borricotes de tu nieta. El aprendizaje del cielo nocturno en el chal.lé! Cuánto arropo a tu chica y sus chicos. Cuánto amor a tus hijas sin ser especialmente cariñoso.

Una siesta contigo que no recuerdo pero que quedó grabada para siempre en vídeo. Las tostadas de aceite, el desayuno en el porche, el trabajo sin cesar en el campo. Tu puro y tu chato.
Mi manita chiquitilla en tu mano de abuelo. Las piñas, las papas asadas en la chimenea. La genética de este pico amante del buen comer.
Tus caídas de mayor y tus hospitales de aún más mayor. Cuántas pastillas desde que tengo recuerdo...y aún así qué longevo has sido. La manera en que llamabas a mi padre: ¡Pepe! Nuestras pagas,nuestras monedas de 12 euros cada año y nuestros reyes, de menor a mayor. Tu radio por las noches. Y aquel día que con el subidón de las medicinas estuviste tan divertido y nos hiciste reír tanto en este febrero. Tus películas después de comer...

Tantos momentos que no acabaríamos, pero estos me salieron en el viaje de avión de Granada a Barcelona justo unos días antes de que te fueras para siempre. Abuelillo mío, qué feliz has sido, qué felices nos has hecho y cuánto te agradezco la familia que habéis creado la abuela y tú. Te quiero y te llevo en el recuerdo.
Buen viaje

La vida es sueño

Esta noche he dormido en el Albaicín y he soñado contigo . Tonteábamos, del tontear de hacer tonterías y aparte, nos besábamos,también tonteando, pero del otro tipo de tontear, y sin dejar de hacerlo,tanto el uno como el otro. Bailabas como aquella noche en el Village y yo torpona, te seguía la falda y el baile. Torpona iba hacia tu boca, pero te reías y nos divertía. 

Por qué no contarnos estas vivencias del inconsciente que alegran tantas horas dormidas y tantos momentos al despertar, antes del desechar o del guardar en un archivo aún más escurridizo que la dimensión emocional y temporal del sueño.