Sin fin

Me nace de tan adentro, con un chorro tan fuerte y disperso que no sé ni por dónde agarrar el arte que tengo dentro. Es un sentimiento desgarrao que me levanta el alma y que a la vez que me hace sentir viva, me sumerge en una nostalgia, una pena y una calma sin calma. No sé si es ponerlo en voz, si es coger un lápiz o qué cosa puede ser la mensajera que descargue el pálpito ansioso de esta inmensidad que me colapsa. Me corre la sangre libre y el pecho se me ensancha y en la frente un hormigueo que traspasa las cejas y me enciende la mirada. El brillo de los ojos brota y la presa contenida aguarda el momento, si es que tiene que llegar, en que el arte se traduzca, se descodifique y salga.

Canela en rama

Tengo ganas del encuentro pá ver cómo se reorganiza todo esto que llevo a las espaldas. Toda la inspiración de hace unos meses es la musa de tu belleza cabalgando por un mar en calma. Blanco y plata se encienden dentro los pensamientos al amarte en esta fantasía loca de humo, fuego y caña. No sé qué te envuelve y qué te emana que me llega tan profundo a las entrañas, mi imaginación anda loca y ya desorbitada ante tanta carga de fantasía, tierra y ramas. Por las ramas me voy hasta pisar el punto en que se parta en partes la llama, que asusta y aviva, que quema y extasia, pero por las ramas quiero llegar hasta la sabia de tu presencia, relamerme en ella y convulsionar su viscosidad salpicándolo todo de cristal, linfa y ámbar. Y al llegar a tu puerta, al trote del corazón cantarle con un quejío que tape las voces profundas, pero también las vagas, para que solo suenen las ondas del agua clara.